Cueva de Palestina

Visitar la Cueva de Palestina en la turística comunidad de Palestina, con su población mestiza andino-amazónica y los niños alegres correteando para darte la bienvenida, mientras admiras las fachadas de sus campechanas casas, decoradas con murales de identidad amazónica, es sin duda, una experiencia que te deja una sensación de satisfacción en el corazón.

Esta comunidad cuenta con un grupo de emprendedores que, asociados, han puesto en valor sus recursos naturales y así nos dan la oportunidad de visitar, no sólo la Cueva de Palestina, sino también el maravilloso Mariposario Morpho Azul, y vivir junto a ellos una experiencia de turismo rural comunitario.

Entre los bosques nubosos que rodean esta comunidad, se esconde la Cueva de Palestina, la tercera más grande del Perú, y con una formación geológica de 60 millones de años de antigüedad.

Para iniciar la expedición a la cueva, emprendemos una pequeña caminata bajo la sombra de cedros de 60 años de edad y árboles de madera negra, conocidos como “pona”. Además, podrás avistar distintas especies de aves exóticas, como el singular personaje “pájaro loco” (pájaro Carpintero) o el famoso Gallito de las Rocas, hasta llegar a lo que parecen dos grandes gargantas que se abren de la roca.

Desde este punto, inician dos posibles rutas o galerías. Por un lado, la galería Activa, llamada así porque el río Jordán cruza por ella, lo que exige vivir la visita con gran parte del cuerpo en el agua.

Esta cueva tiene 3.500 metros de profundidad, y en el Perú sólo es superada por Sima Pumacocha (Yauyos, Lima, la más extensa de Sudamérica) y Soloco (Amazonas). Los awajunes fueron los descubridores de la cueva activa, e ingresaban para cazar guacharos tiernos (un tipo de ave nocturna) para su alimentación.

Por otro lado, la galería Fósil, que normalmente está seca y es por donde transcurren la mayoría de las experiencias.

Esta tiene un trayecto, con entrada y salida en diferentes puntos, de 250 metros. Parece poco, pero por lo intrincado del terreno, las subidas y bajadas en medio de un universo de estalactitas y estalagmitas, y un sendero que lleva a espacios amplios, como catedrales subterráneas, y a otros donde es necesario arrodillarse para poder continuar, el trayecto toma a los visitantes por lo menos una hora de recorrido.

También se pueden observar insectos adaptados a la oscuridad, como arañas escorpión, nidos de murciélagos, y huarachos.

La Cueva de Palestina es perfectamente transitable y se recorre en una hora y media de trayecto con la ayuda de un guía especializado.

Cabe destacar que es apta para toda la familia y aunque tiene algunos tramos en los que hay que ir con cuidado para no resbalar, no presenta mayor dificultad y es una experiencia exclusiva y muy emocionante.

Descubre un sistema de cavernas y caminos subterráneos que transcurren por el interior de una maravillosa montaña. Siente ese latido de la madre tierra que no se puede explicar con palabras. ¡La Cueva de Palestina te espera!